Reencuentro esta temporada con este río que tan buenas sensaciones acumula en nuestras jornadas de pesca a mosca. Me agrada volver a escribir nuevas peripecias de pesca sobre uno de los escenarios más interesantes de nuestro país, con el que disfruto casi siempre en buena compañía de mi cuadrilla habitual de pesca, Santi y Miguel Angel.

Como escenario, el acotado ofrece multitud de variadas posturas para tentar a sus bravas y bellas truchas, aunque también en sus tramos libres. El coto tiene una longitud de 4,4 km desde, que procuramos pescar en dos partes, aún sabiendo que la jornada no nos da para completarlo. Por la mañana desde su límite inferior hasta unos cientos de metros por encima del puente de Valdelinares y por la tarde aguas arriba de éste, hasta donde nos de la jornada, que normalmente suele ser hasta el puente que cruza la SO-P-5119.

¡Y qué decir de sus truchas!, pues claramente es su gran atractivo ya sean de repoblación o no, pues su carácter y belleza no tienen parangón. Algunas libreas oscuras, moteadas con sus características motas rojas, son reconocibles fácilmente, pero otras muchas truchas, la mayoría son muy distintas entre sí, lo cual no hace sino enriquecer sus aguas con tal variedad.

Entrando en harina, el día tenía su complicación, ya que hasta la víspera de esta jornada había estado cayendo «la mundial» en varias zonas de centro-norte del país, incluido este paraje. Las tormentas habían descargado bien y provocado que los arroyos aguas abajo del coto, así como el río Abión bajaran muy turbios. Albergábamos la esperanza de que por encima no hubiera sucedido lo mismo. Había conversado en los días previos con un buen amigo de la zona y ya predijo esta posibilidad. Presentíamos la tragedia, ya que al llegar a El Burgo de Osma y ver como bajaba el río, la imagen era desoladora, pero había que confiar en que por encima de los arroyos no sucediera lo mismo.

Y así fue, cuando llegamos al puente de Valdelinares y nos asomamos, la tranquilidad volvió a nosotros, pues las aguas venían algo tomadas pero pescables y el caudal del río era el óptimo. En el ambiente se notaba el olor a tierra mojada y la mañana empezaba fresca. Aún con todo, la meteorología predecía un día bastante agradable para pescar, con alguna posible llovizna aislada.

Así que pronto nos pertrechamos con nuestros equipos y desde el aparcamiento bajamos hasta el límite inferior para comenzar la aventura.

Pronto, en los primeros 20 metros y con los primeros lances las truchas hacen aparición, eran unas aguas rápidas y frías, poco profundas y pegadas a la orilla izquierda. Es primera hora y hay que tentarlas con ninfa, esperando en que habrá lugar para provocarlas con mosca seca a lo largo de la jornada y en las zonas más propicias para ello.

La disposición normalmente es pescar lo más juntos posible, para comentar los lances y mantenernos a la vista, con independencia de quien va primero y quien va el último, algo que normalmente vamos cambiando según pilla con cada postura; el entretenimiento que nos dan o su rendimiento.

El río va dando frutos a medida que vamos avanzando y todos vamos capturando peces con cierta frecuencia, lo cual es siempre agradable. Pero parece que los peces grandes se están resistiendo a dar la cara, pues casi todas las truchas llevadas a la sacadera y alguna otra perdida, son pequeñas. Otros años, hemos empezado con mejor suerte en cuanto a la talla, pero no con tanta frecuencia. Quizás eso sea lo bueno, que de unas temporadas a otras, el comportamiento de los peces, el estado del agua y la destreza del pescador varía, añadiéndole un toque de complejidad a esta afición.

En las zonas de aguas más paradas y profundas no lo intentamos, su difícil acceso hace que las tengamos que sortear y proseguir avanzando. Otras parcialmente tapadas por la vegetación o con troncos y ramas hundidas, se hacen casi imposibles, pero echamos en los resquicios de las que se pueden para probar fortuna y alguna sorpresa dan.

Otro de los atractivos del coto es su variable trazado, con multitud de aguas, con corrientes, pozos, tablas someras, cabeceros, raseras y alguna tabla profunda, las menos, pero la mayoría pescables.

Cada recodo con mediana profundidad ofrecía varios lances, algunos de ellos, sobre todo los de más profundidad dieron varios peces y alguno de buen porte.

Hay que añadir que observando a nuestro alrededor, el cauce y la fisionomía del río ofrece algunas estampas de pesca dignas de inmortalizar.

Dejando atrás un sinfín de posturas, habiendo capturado unas cuantas truchas, llegamos a unas tablas que invitan a probar pescarlas con mosca seca, además una trucha pequeña da alguna señal en superficie que me sirve de estímulo para cambiar de aparejo. Mientras Miguel y Santi continúan aguas arriba, yo me entretengo en capturar un par de ellas a secas, pero poco más, sabía que aún no era el mejor momento y la tabla no daba más de sí. Era cuestión de dejarlo para después de comer, que por cierto ya tocaba.

Es el momento de hacer un receso, disfrutar de un buen almuerzo e hidratarnos un poco. En este momento también se disfruta, comentas las suertes con los compis y aprovechas para compartir comida y bebida en un buen rato de relax.

Durante el almuerzo convenimos pescar a seca el último tramo del puente ya que serán los momentos más propicios del día para que las truchas suban a la mosca, ya que recordando el tramo superior no era precisamente la mejor zona para hacerlo, salvo en alguna corriente más blanda.

Ya de regreso al río, retomamos la acción en las tablas donde lo dejamos, ahora se ven más truchas activas comiendo en superficie y también algún que otro salto. Sabemos que este momento lo tenemos que aprovechar, ya que no suelen ser muy largos. Las truchas comen de forma selectiva y al principio de la tabla en aguas más someras, ven cualquier movimiento inquietante, entre otros la línea volar por encima de ellas.

Poco a poco termina la actividad y el balance es malo en general, un par de ellas a la sacadera y otra revolcada es el mejor resultado. Para cuando subo a la altura de Santi, veo que está entretenido con una buena trucha que ha estado subiendo hace unos minutos, pero que poco a poco ha dejado de hacerlo y sin conseguir que cogiera su mosca. Me dejó intentarlo, pero ya no quiso asomarse, por lo que decidimos seguir adelante.

No las esperábamos tan selectivas y en ambiente no se veía una eclosión concreta de insectos, más bien pequeños dípteros y una especie de micro tricóptero diminuto color marrón oscuro, que conseguir porque se me posó uno en el chaleco. Suponemos que fue los que las alteró tanto en esos 30 – 45 minutos, porque el resto de las cebas que vimos si que eran a efémeras.

Tras las tablas, llegaron más corrientes, las primeras más uniformes y blandas, las pescamos rápido porque sabíamos que por encima de ellas estaban las mejores zonas de esta parte media-alta. En un rato nos volvimos a encontrar pescando los tres en los mismos 200 metros. El sol se filtraba entre las copas de los árboles dejando imágenes preciosas a nuestro alrededor. Las truchas seguían respondiendo bien al engaño, así que el ritmo de capturas se mantenía como en la mañana.

El sol poco se inclinaba, oscureciendo algunas venas de las corrientes. En otras, las más someras, se llegaban a ver de vez en cuando a las truchas perseguir las ninfas antes de ser lanzadas de nuevo al agua.

A partir de aquí, el río acusa un mayor serpenteo en su trazado, lo que hace que vayas cambiando de orilla cada pocos metros. Nos encontramos posturas nada productivas para la buena pinta que tienen y donde otros años han dado peces y otras que no lo son tanto, en las que conseguimos algunos peces más.

Un corzo se asoma al río frente a mí, ambos nos quedamos mirando unos segundos y luego el animal como si no pasara nada, sigue por su orilla río arriba alejándose.

Para terminar unos cientos de metros más arriba, Santi logra capturar un buen ejemplar como broche final a una muy buena jornada de pesca. El balance de capturas ha sido muy alto y aunque la talla predominante ha sido pequeña-mediana la belleza de sus peces ha compensado el tamaño. Constatando que sigue siendo un río muy productivo. Por otro lado, es un coto muy cómodo de pescar por lo que creo que al menos para nosotros obtiene una altísima calificación y le hace muy recomendable.
© PescataMinuta 2021
Bonito relato de un rio facil de vadear….a mis años los que necesito….y que nunca he tenido la suerte de pescar,Pues os fue muy bien,me laegro.saludos,Alberto
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Si es un río muy manejable y sigue siendo productivo. Su buena gestión influye. Muchas gracias
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