Tras la tempestad, río Iregua

En los prolegómenos de esta salida no las tenía todas conmigo, las últimas y copiosas tormentas de primeros de junio habían dejado huella en los principales cauces fluviales del país provocando como en otras ocasiones fuertes corrientes torrenciales arrastrando de todo a su paso.

Pero el sorteo me había deparado unos buenos números para elegir bueno tramos del Iregua y tenía que intentarlo pescar aun con toda su dificultad.

El primer día (3 de junio) me desplacé al coto de Viguera, ya allí y viendo el caudal y las aguas tan tomadas, sólo se podía intentar pescar con ninfa y en las zonas más someras, donde la turbidez fuese menor. Desde el límite inferior, fui sorteando los pozos y tablas más profundas probando suerte tan sólo en aquellas corrientes mas livianas y menos profundas, que eran las que dejaban entre ver el fondo.

Era una situación anómala y sorprendente a la vez, pues en situaciones normales no estaba el río para pescarlo y cualquiera en mi lugar hubiera abandonado.

Pese a todo, quería intentarlo y no cejé en el empeño y aunque había consumido dos horas de pesca sin ningún resultado ni atisbo de tenerlo, al final de una tabla conseguí la primera picada de una truchita de unos 22 cm que entró al perdigón pale nymph. En parte no daba crédito, pues no tenía ninguna confianza, por lo que en esa tabla insistí más de la cuenta, logrando una segunda captura pasados 10 minutos de estar echando las ninfas.

A eso del mediodía había recorrido la mitad de coto, más deprisa de lo normal y tan sólo había tenido esas dos capturas. De hecho esperaba algo más de algunas otras tablas similares que fui encontrando río arriba.

Llegué a una tabla larga y ancha cercada de arbolado que tiene este coto, con mucho ranúnculo en flor formando canales de corrientes subacuáticas y en la que a primera vista todo el tramo era vadeable. Me lo tomé con calma, tratando de poner las ninfas entre la vegetación en alguno de los escondites donde las truchas aguardarían pacientes.

Esa paciencia me dio fruto y logré captura cuatro bonitas truchas que me supieron a gloria y una más que se soltó al enredarse el bajo entre la propia vegetación. Aquí ellas se siente mucho más protegidas, pero peinando bien esas zonas, te puedes encontrar gratas sorpresas.

A la altura del túnel de Viguera, el caudal es más profundo y aunque lo intenté, enseguida vi que tenía pocas posibilidades de capturar algún pez. Decidí abandonar antes de lo previsto y retirarme a comer.

Viendo el panorama, para la tarde me dediqué a recorrer el resto del coto por los distintos accesos y sólo probar suerte en aquellas zonas someras del río que permitieran ver a las truchas las ninfas. Fue más de lo mismo que por la mañana, pero además no tuve ni una picada.

Al día siguiente tenía el Coto de Villanueva SM pero mi confianza estaba por los suelos. La única esperanza que tenía conmigo era que el tramo estuviera más limpio al estar por encima de la Presa de Nieva. Me encontraba cansado de haber trotado tanto por el río el día anterior, pero tenía que asomarme a ver que me podía encontrar.

Al llegar al apartamiento junto al límite inferior del pueblo, ya rápidamente observé que aquellas aguas eran muy distintas, pues a pesar del fuerte caudal, discurrían limpias y pescables. Así que con la ilusión de nuevo día, me dispuse a prepararme con la intención de desquitarme de la pésima jornada anterior.

El día había empezado nublado, pero la previsión era que a media mañana se vieran más claros que nubes y una temperatura suave.

Me dispuse a elegir ninfas más lastradas para pescar bien abajo, debido al caudal y a atarlas en el terminal. Me situé junto al principio del coto, en la cabecera de un pozo que termina unos metros más abajo en una badina más suave y al primer lance, primera captura. Una bonita trucha de unos 28 cm que tomó la hare copper nymph. En ese mismo pozo saqué después otra trucha más con las misma ninfa. Claramente la cosa pintaba mucho mejor y prometía que podría ser una buena jornada.

A medida de avanzaba, la configuración del río era muy homogénea, pozos profundos, con badinas largas que daban pie a tablas más tranquilas y vadeables. El tramo va subiendo y encajonándose paralelo a la carretera, pero con buenos accesos desde esa misma orilla, que pocas veces tuve que cruzar.

En todo su recorrido se van viendo infinitas posturas y en todas ellas las truchas van dando la cara y aunque la mayoría son tallas normales, medianas, en un par de ocasiones consigo engañar a un par de ellas que pasan de los 35cm.

El sol entraba en el cauce del río y el fondo se dejaba ver con nitidez en algunas tablas, especialmente en las aguas más someras. Incluso alguna trucha apostada en el fondo se distinguía entre el lecho del río.

Estaba disfrutando, las capturas se sucedían de forma rápida, no era necesario hacer muchos lances en cada postura, en la primera y segunda pasada ya tenías una picada. Estaba muy entretenido, así que aproveché para pescar todo el tiempo de tirón que pude, sin salir a comer ni perder nada de tiempo. Tan sólo un par de minutos para tomar una barrita energética y echar un trago de agua.

Eran las 16:00h y había capturado más de veinte truchas y alguna hermosa. Me encontraba en las tablas finales de la cabecera del coto. Había profundidad y no podía acceder lateralmente por el río, pero vi al fondo algunas cebas claras en superficie. Era el momento, tenía que intentarlo a seca y así me preparé.

Monté una Rhithrogena en emergente y lance como un metro y medio más arriba de la referencia de las cebas. Al tercer lance la trucha tomó la mosca de forma franca y empezó a dar saltos fuera del agua. Era una trucha normal, pero muy combativa y luchadora. Me quedé esperando que el agua se tranquilizará y vi otra junto a la orilla derecha. Me situé en diagonal para ajustar el lance sin que viera la línea y a la primera conseguí que tomara la mosca. La verdad que son las mejores escenas que recuerdo de la jornada, pues aunque las truchas no eran grandes peces, la postura de la tabla y como tomaron las moscas surgieron dos momentos mágicos.

Estaba satisfecho, había tenido uno de los mejores días de la temporada y que compensaba con creces al anterior tan nefasto. Me podía dar con un canto en los dientes, pues el día anterior me había hecho presagiar lo peor para el fin de semana que afortunadamente no fue así y salí del río con una sonrisa y una grata sensación de haber disfrutado por todo lo alto.

© PescataMinuta 2023

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