El río Cega es un río de Alta Montaña que nace en la vertiente norte de la sierra de Guadarrama, próximo al puerto de Lozoya, en la divisoria de aguas entre las cuencas del Duero y el Tajo. Su origen se encuentra en el manantial conocido como fuente del Mojón, situado en el término municipal de Navafría de la provincia de Segovia. Será aquí donde comienza nuestra aventura de hoy, concretamente desde las piscinas naturales denominadas “Las Charcas”  y hasta el pozo “El Chorro”.

Desde “Las Charcas” y aguas arriba a unos 3,3 kilómetros queda delimitado el EDS con el mismo nombre. Un río con unas características especiales para la pesca y sobre todo para la pesca a mosca, ya que precisamente no es un río ancho y algo emboscado, lo que por espacio dificulta el lance con cola de rata. La pesca a mosca debe ser precisa y el equipo a emplear muy ligero, no sobrepasando la caña de los 8 pies y a ser posible de acción media-fast.

Sus truchas especialmente bonitas, de tonos muy agudos, conformes al fondo donde habitan, como si se mimetizaran con el lecho. Sin grandes tallas, pero se pueden encontrar ejemplares de 30 y 35 cm.

Desde el límite inferior ya se puede hacer uno idea de la dificultad del recorrido, corrientes serpenteantes y parados que esconden entre las rendijas de grandes piedras a las pintonas, que cautas y recelosas apenas se las nota en sus cobijos esperando al momento de asomarse rápidas y veloces para tomar bocado. Es ahí donde el pescador juega con su astucia, quien engaña a quien, tratando de poner el engaño a su alcance aunque de antemano no sepa ni siquiera si hay huésped.

Pero es curioso, las truchas están donde tienen que estar, las posturas las delatan sin ser vistas previamente, ni haber notado su presencia en superficie. Contadas son las ocasiones que en alguna tabla, que las hay, puedes observar a distancia alguna cebada. Eso sí, que queda claro hay que mantener un sigilo tremendo y pescarlas a distancia, cualquier mal paso o chapoteo involuntario al vadear, hace que salgan despavoridas de las rendijas, obligando buscar la siguiente postura. En general hay truchas escondidas en todo el curso del río, no hay que dar nada por supuesto.

A medida que avanzas y de vez en cuando se ve algún chorro que se precipita en una poza, donde te entretienes algo más para hacer que suban a superficie y no siempre se consigue, pero hay que intentarlo.

Otras veces, en el primer lance una trucha toma la mosca de forma brusca, incluso alguna captura se pierde, por no estar concentrado. La toman excesivamente rápido, quizás porque que saben que si se exponen mucho el peligro de otros depredadores es inminente. Quizás porque el caudal en julio es bajo y tienen más difícil esconderse.

Lo cierto es que a primeros de julio se ve mucha actividad en el río, distintas eclosiones de efémeras, dípteros y tricópteros se van sucediendo en la jornada. Probando imitaciones de estos, todas funcionan con igual resultado. Quizás algo mejor los tricópteros y los pardones en las horas centrales del día, tanto en tonos marrones y rojizos como más anaranjados.

Un punto interesante es el avituallamiento, pues estando tan cerca el pueblo de Navafría y llegado el momento de hacer un alto, todo pilla muy a mano. Pudiendo degustar platos caseros en el Bar Restaurante Lobiche, justo en la plaza del pueblo.

Es cierto que tan bello escenario y permitiendo además el baño, está muy concurrido por excursionistas más o menos respetuosos con el medio y el entorno. Algo que resulta ciertamente molesto si realmente buscas practicar la pesca con tranquilidad y relajación. Quizás lo malo sea su cercanía con Madrid capital y la masificación de visitantes que sufre la zona en tiempo estival. Aunque por otro lado, sería irrespetuoso pensar de forma egoísta por el único interés del pescador, pues todo el mundo tiene derecho a disfrutar, aún así creo que debería haber más control de accesos, señalización de los servicios y vigilancia. Se trata de una zona Recreativa en toda su esencia.

Volviendo a la pesca, durante esta jornada de pesca, las truchas colaboraron mostrándose muy activas ante cualquier lance. La prueba es que superé la treintena de truchas con bastante facilidad, todas ellas de una talla pequeña (palmera) pero luchadoras que hacían disfrutar con cada momento, cada lance, cada captura.

Dicho esto, podríamos resumir que es un río con muy buena salud, algo escaso de caudal en estas fechas. Muchas truchas y dispersas en todo el tramo, cada 10 metros hay una postura que invita a lanzar. Lo único malo que quizás la fecha elegida fuese tardía si queremos evitar principalmente a los bañistas, aunque tengamos excursionistas merodeando sin molestar.

¡Muy recomendable!

Texto y fotos: PescataMinuta