De nuevo en este acotado un año más, esta vez la cuadrilla al completo en un día apacible ideal para la pesca. El río baja con buen caudal pero algo turbio, suele ocurrirnos con frecuencia debido a las tormentas.
Nos situamos hacia la mitad del coto, frente al refugio de pescadores. Como siempre la idea es pescar hasta las 10:00h ó 10:30h y hacer una corta parada para tomar un bocado y comentar la situación. Pero esta vez cuando hacemos la parada ya comentamos que este año las truchas están difíciles, será por la poca claridad del agua, o porque a las
alturas de temporada es muy posible que hayan visto pasar ya de todo, o incluso estén muy picadas. En cualquier caso, ya estábamos allí y había que intentarlo, si a seca no había forma de activar a los peces, probaríamos a ninfa.
Santi y Miguel, que llevan otro ritmo avanzaron aguas arriba, yo en cambio retrocedí aguas abajo para disponer de más distancia hasta acercarme a sus posiciones.
Esporadicamente alguna truchita subía arriba, 2 ó 3 cebadas a lo sumo en las tres primeras horas de la mañana. Por mi parte seguí insistiendo con la mosca seca, pero no había manera. Cuando volvimos a parar para nuestro avituallamiento general y lo comentamos, seguíamos sin tocar pez y ni siquiera Santi y Miguel que habían cambiado a ninfa, habían logrado tocar escama. Yo tampoco y había montado un tándem seca y ninfa.
Para cuando reanudamos la marcha, mi intención era aguantar un rato más con seca a ver si por la tarde se movieran más, pero antes de una hora, busqué en los chorros alguna picada con ninfa. Pero nada de nada, era increíble!
Serían casi las cinco y pintaba mal la situación, pero la suerte se puso de cara y tras localizar unas cebadas en un tabla de aguas lentas, volví a poner una mosca seca y a la segunda pasada logré capturar la primera truchita. Consiguiendo en pocos minutos dos pintonas en la misma zona.
Subí hasta unos chorros donde divisé a Santi que estaba por encima de ellos. Me comenta que había clavado una trucha hacia unos minutos, por lo que coincidimos en que parecía que se estaban animando.
Monto un perdigón de cabeza dorada de tungsteno para buscarlas en el pozo y enseguida logro un captura más. Aguanto en la poza una media hora y consigo tres capturas decentes que ya me dejan un buen sabor de boca.
Habíamos llegado a la cabecera del coto y nos quedaba poco para acabar la jornada. Santi y yo conseguimos un par de bogas a ninfa, las cuales son muy difíciles de ver en este río según el propio guarda le había comentado. Poco después consigo clavar una
última trucha antes de salir del río y retornar hasta el aparcamiento.
Con gusto nos habíamos quedado más tiempo, pero el paseo hasta el aparcamiento era de tres kilómetros y luego teníamos que volver a casa.
Texto y fotos: PescataMinuta