Era nuestra primera salida en lo que llevamos de temporada de la cuadrilla al completo. Con la idea más o menos clara de ir al Tormes, esperamos hasta el último momento de la semana para decidir que tramo de este río pescábamos, ya que durante la semana dos días seguidos varias tormentas habían azotado toda la zona centro.
No había permisos para el EDS de La Aliseda, así que cogimos para el AREC de Navacepeda.
Nada más llegar un pescador aguardaba a su compañero sentado en el borde del puente del límite inferior. Le saludamos y preguntamos por la situación y su respuesta no nos gustó nada, -¡el río baja como chocolate!- nos comenta, por lo que nos asomamos para analizar las posibilidades que teníamos. Tras recorrer los primeros 200 metros, estábamos dispuestos a intentarlo pese a lo oscura y tomada que bajaba el agua, pero por suerte para nosotros cuando nos estábamos terminando de poner los waders llegó el guarda y según nos pedía los permisos aprovechamos para preguntarle por otras zonas de pesca. Nos dijo que desde Navalperal venía el agua igual pero que podía preguntar a su compañero. Y así lo hizo, delante de nosotros amablemente llamó a su compañero que se encontraba por la zona de El Barco de Ávila para pedirle información que como bajaba el agua. Nuestras semblantes cambiaron rápidamente cuando nos confirma que por esa zona el río baja limpio. Visto lo visto y sin perder más tiempo con los equipos puestos, recogemos y nos apresuramos para pescar al LSM del Tormes aguas abajo.
La cosa cambió radicalmente, el ambiente más seco y el río en muy buenas condiciones nos invitaban a pescar sin dudarlo.
Y allá que fuimos, bajamos río abajo por la senda del margen izquierdo un buen rato, lo suficiente como para iniciar la actividad. Pero antes de nada y tras el tiempo perdido, aprovechamos para comer algo.
Nos adentramos en el agua y comenzamos a ver peces, bogas, grandes barbos y un par de truchas de una talla superior a los 45 cm, en uno de los pozos. Pero éstas no querían saber nada de todo lo que se pasaba por delante, se mantenían impasibles y como mucho alguna se giraba revisando la mosca un instante y nada más.
Seguíamos avanzando y alguna sutil ceba se llegaba a ver puntualmente, a las que tratábamos de afinar para conseguir engañarlas. De vez en cuando nos preguntábamos entre nosotros. Santi al que le había dejado río arriba tras el almuerzo, había logrado sacar una trucha en una poza que tenía muy buena pinta. Para Miguel y para mi, la mañana proseguía sin ningún pinchazo o cachete en ninguna postura. Miguel estaba con ninfa en los chorros y yo seguía con seca.
200 metros más arriba, entre corrientes y remansos avisto una cebada que se repite varias veces. Poco después consigo clavar la primera de la mañana y como la postura invitaba a tentar a alguna más, seguí lanzando la mosca por la chorerra sutilmente y en otro de los lances clavo una segunda trucha. Antes de abandonar el sitio una boga sucumbe al engaño.
Me había quedado rezagado con estas capturas y Miguel y Santi andaban río arriba muy alejados sin poder verlos. Pero aunque aceleré el ritmo, no dejé por tantear tantas pozas, corrientes y tablas que me iba encontrando. En una de las tablas más someras y anchas consigo pinchar otra pequeña que no consigo capturar. Poco después de forma casi seguida clavo dos bogas más.
Conseguí llegar a la altura de Miguel y Santi, que me aguardaban en una gran tabla donde trataban de pescar bajo la cobertura de los árboles de la orilla contraria y donde se estaban cebando un par de truchas de forma repetitiva, pero que no conseguían que aceptaran el engaño. La verdad que la tabla era magnífica y se veía más actividad que en el resto del tramo que habíamos recorrido hasta entonces. Pero no logramos tocar pez alguno.
Seguimos avanzando e íbamos probando entre todos los pozos y las corrientes que a nuestro paso se sucedían. En una de ellas consigo la última trucha que subió al tricóptero de riñonada.
Terminamos de completar el recorrido hasta el límite superior sin que notáramos alguna mejoría, así que dimos por concluida la faena. En el aparcamiento conversamos con otros tres pescadores que venían a pescar con ahogada y cucharilla el sereno, que según nos decían cuando lo hay bueno es bueno de verdad.
Tal y como lo veo, nos pudimos dar con canto en los dientes que consiguiéramos pescar para como se había presentado la jornada a primera hora y ¡menos mal!. Aunque siempre nos quedará la duda de saber que habría pasado si hubiéramos pescado Navacepeda en tales condiciones, ¿Quien sabe?.
© PescataMinuta 2015
Nunca hemos pescado es Tormes tan arriba ya que nos pilla bastante a desmano, es un lugar pendiente que tenemos por pescar pese a que conozco bastante bien la zona. Suerte tuvisteis con el guarda y que pusiera de su parte para que pudierais aprovechar el día, la zona es espectacular de bonita y me alegro que al final pudieras tocar esas truchas tan bravas,
saludos!
Me gustaMe gusta
Muchas gracias Mario
Me gustaMe gusta