Hacía tres temporadas que no pescábamos el río Narcea, nuestras últimas salidas habían sido en el Cares y el Sella, siempre tras el reo. Ya tocaba!
Aunque la fecha quedaba muy lejos cuando programamos la temporada y cabía pensar que siempre podría surgir algo que hiciera cambiar los planes o reajustar el calendario, la fecha llegó y por fin nos pusimos rumbo a Asturias.
Previamente, tocaba hacer preparativos para tres días de pesca intensa, aunque tan sólo una de ellas fuera completa. Esta vez no podían acompañarnos nuestros amigos Darío y Ricardo, ambos con otros compromisos que les impedían compartir algunos momentos
de pesca con la cuadrilla. En cualquier caso, a ambos les agradezco que quisieran compartir información que nos fue muy útil; tramos, pozos, planos y accesos.
Nuestra intención era llegar el viernes a una hora razonable que nos permitiera hacer el sereno, ya que en el 2011 junto a Darío pudimos disfrutar de un momento de pesca espectacular.
Por el camino, no faltó la emoción de recordar viejos lances y experiencias, con la adrenalina sin quemar solo de pensar lo bien que se nos iba a dar. A las 19:00 llegamos y aunque en el aparcamiento no había ningún indicio, cuando llegamos al río nuestras posturas favoritas estaban tomadas por cuatro pescadores. A partir de aquí pasamos una hora y media que mejor no recordar. En nuestro intento de situarnos aguas debajo y distantes de este grupo, bordeando las fuertes corrientes de una de las curvas del río, con
gran dificultad, fuimos a dar a una senda que nos llevó por un terreno inhóspito lleno de zarzas, precipicios, donde lo más fácil era romperse el vadeador por varios sitios. Ante tal desesperación y casi exhaustos del cansancio de librar obstáculos, decidimos regresar por donde habíamos venido y tratar de pescar sin molestar cerca de estos pescadores, pues se nos iba la tarde y no habíamos lanzado.
A partir de aquí Miguel y Santi por un lado, yo por otro aguas debajo de ellos y seguían llegando pescadores más los que ya estaban. Me quedé rezagado en una tablada después de los rápidos que tenía bastante cobertura en la margen derecha. En la última
hora al menos pude sacar tres truchitas, pero reos ni los vi. Cuando regresé al aparcamiento con ellos, Santi vio como clavaron un par de reos entre dos de los 8 pescadores que estaban apostados en su lado, pero nada más.
Empezamos mal! Dijimos, no era lo esperado. Algo fatigados por el viaje y la paliza con las zarzas y las corrientes, lo mejor era cenar y a dormir. Pensando siempre que mañana sería otro día y que tendríamos mejores resultados.
Día 2
Durante el desayuno revisamos el itinerario y las coordenadas antes de partir para el río y con el ánimo recobrado tras el descanso nos dirigimos a nuestra segunda jornada con el reo. Esta vez la zona perfecta, el día nublado pero se deja ver algún claro y ningún pescador a la vista. Nos damos prisa para tomar posiciones y soy el primero del grupo que piso el río, buscando las zonas más propicias. En seguida veo actividad en la superficie, algunas truchas comiendo en pequeñas corrientes. Hago los primeros lances
y en seguida clavo la primera, pero no lo suficiente y logra escaparse enseguida. Atravieso una tabla ancha somera en dirección al margen derecho del río, buscando la cobertura de los árboles. Se abre el día y desde aquí se puede contemplar todo el
esplendor del lugar, anchura, paisaje, aguas claras. Ahora sólo faltaban los reos. Van acudiendo algunos pescadores, pero la tabla es tan grande que apenas hay presión. Por encima de mí a unos trescientos metros se habían dispuesto Santi y Miguel, en zonas con más profundidad.
Se veían como las pequeñas truchas ocasionalmente subían arriba, sobre todo entre las ocas de la orilla, justo donde las tapaban las ramas de los árboles ribereños.
Localizo un reo que estaba comiendo constantemente arriba y que guardaba su posición en un pequeño claro entre las ocas que dejaban ver bien su silueta. Se trataba de un gran reo de más de 40 cm, de tonos rosados, de los que llevaría tiempo en el río y estaba hambriento. No me moví, sigiloso y algo encorvado por la poca profundidad de la tabla,
comencé a lanzarle mi mosca, un pequeño díptero verdoso oscuro en CDC. Tuvo varias veces que lo quería tomar pero finalmente lo rechazaba. Probé un par de tricópteros que me dieron buen resultado otras veces e hizo lo propio. Cambié a una pequeña Ignita, pero
no había manera, todo lo rechazaba. El caso es que estaba comiendo y no sabía que era. Por último probé una minúscula hormiga de alas, que empezó igualmente rechazando, pero que a la tercera pasada la tomó muy franca. Nada más clavarlo pegó un vigoroso
salto, dejándose ver completamente y aquí es donde me di cuenta que realmente era un gran reo. El pez comenzó a tirar fuertemente para esconderse entre las ocas, consiguiéndolo pues las tenía al lado, lo que propició su pérdida rompiendo el terminal
cómodamente. No dio tiempo a disfrutar la pelea, pero estoy convencido de que habría presentado una gran batalla. ファック···!
Era media mañana y los dos peces que tuve a mi alcance los había perdido, menuda calamidad, así que tenía que recuperar la confianza pues quedaba mucha jornada.
Intercambié unas palabras con Miguel y Santi, para reubicarme en otras posturas que pudieran albergar más peces. Antes de moverme, un pescador saco un reo pequeño en unos chorros que desembocaban a una balsa de agua profunda.
En el resto de la mañana y hasta la hora de comer, recorrimos casi toda la tabla, pero no conseguimos ver más reos, hasta el final, cuando nos íbamos al aparcamiento donde avistamos desde la cuneta un par de ellos juntos, guarecidos entre las raíces de un árbol. Animado por Santi y Miguel y tapado por el propio tronco, le lancé la hormiga de alas la cual rechazó en el último instante después de haber subido a por ella. En fin que la mañana estaba echada.
Por la tarde, habiendo degustado algunos platos típicos de esta tierra y habiendo descansado en el hotel, regresamos al río a la misma zona para hacer el sereno. Por el camino nos encontramos a Luis Meana al que saludamos, que estaba trabajando como guía también por estos lares. Con el comentamos como venía la temporada y lo bien o mal que se estaba dando por un lado y por otro, coincidimos que había mucho pescador.
Proseguimos hasta el aparcamiento y pronto nos dimos cuenta de que el río llevaba bastante más agua que por la mañana. Habían abierto la presa, lo que hacía desconocida la tabla por momentos. En cualquier caso, nos metimos al río en el mismo orden y posiciones, eso sí, con más cuidado por las fuertes corrientes.
Pronto, justo en la zona donde había lanzado por último por la mañana, entre las ocas un precioso reo sube a por el tricóptero con el que peleo más de la cuenta por la fuerte corriente, pero que consigo capturar. Por fin! Me dije, ahora ya podía estar contento, tanto trabajo dio su fruto.
Subo unos metros más arriba, esta vez pegado al margen izquierdo del río, donde por la mañana estaban las aguas paradas y pudimos ver los reos entre las raíces. Al poco veo como Miguel y Santi bajan cerca de mi posición, buscando mejor suerte que arriba.
Durante un buen rato recorro muy despacio toda esa orilla, observando que algún reo sube arriba a comer de vez en cuando. De pronto en un pequeño chorro veo como otro reo sale entero del agua de un salto y otras cebadas de van sucediendo a medida que el sol se va poniendo. Pero están difíciles, demasiados lances para nada. Miguel y Santi por su parte, no parece que tengan suerte y vuelven a separarse y suben aguas arriba de la tabla.
Son las 22:10 y empiezan las truchas a cebarse constantemente, hay miles de eclosiones de distintos insectos a mí alrededor. No sabes ni donde lanzar.
Trato de discernir las cebadas de truchas de las de reo y avanzo un poco y lanzo casi en la misma orilla donde hacía unos segundos había visto una de reo. Había puesto una Ignita en CDC con indicador para verla bien, el caso es que cuando cuanto cae al agua un reo la toma sin piedad, este es más pequeño que el anterior, pero muy peleón.
A las 22:50, cuando Santi y Miguel ya habían salido del río y me esperaban en el coche, ya casi a oscuras cuando apenas se veía el chapoteo del pez en la cebada, consigo clavar otro gran ejemplar y capturarlo con mucha dificultad. Es casi imposible incluso con linterna ver el final del terminal con el pez prendido. Pero es el remate de la jornada que me deja un buen sabor de boca. Ahora ya podíamos volver al hotel, misión cumplida.
Día 3
Llegamos a las 8:00h al río, otro gran tablón se nos mostraba desde la pasarela de pescadores que cruza el Narcea justo encima de las corrientes. Ya se observan movimientos de truchas y algunos reos justo en la orilla derecha, donde más inaccesibles y profundos son sus fondos. Un pescador preparando bártulos para el salmón nos cuenta la situación del río, el día anterior había pescado aquí dos hermosos reos, nos dice. Lo que nos faltaba, que nos pusieran los dientes largos.
Ya en el río, el fondo rocoso tremendamente resbaladizo nos hace posicionarnos despacio y con precaución, un mal paso y a tragar agua. En los primeros lances, tratamos los tres de llegar a las corrientes laterales de la otra orilla donde hay más actividad, pero se consigue con mucha dificultad por la profundidad que no nos deja precisar los lances.
Va acudiendo algún que otro pescador y el día va avanzando, aunque el sol no baña toda la tabla por las paredes y frondoso arbolado que cubren el pozo. Las cebadas se suceden de forma irregular y los peces se resisten.
A media mañana Santi consigue clavar una bonita trucha de una talla decente, para la que habíamos estado saliendo estos días. Su primera impresión fue que tenía un reo, pero algo es algo, pensamos. Una hora más tarde Miguel estuvo a punto de clavar un reo, pero como dije antes, la falta de concentración en algunos momentos te pasa factura, son demasiados lances que hacen que se malogre la captura.
Y así transcurrió la mañana sin pena ni gloria, despidiéndonos del Narcea hasta otra temporada y emprendiendo el viaje de regreso.
Texto y fotos: PescataMinuta
Pa otro año ya nos coordinaremos mejor Antonio… A ver si sacamos unos cuantos para que os enganche la droga del reo definitivamente… 😉
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Si ya lo estoy, desde pisé el Sella contigo en 2007. Un abrazo!
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