
De nuevo en el río Cabriel, estamos en la segunda quincena de junio, donde administrar bien los momentos de pesca en cada jornada es vital para no castigar excesivamente en físico y disfrutar de una placentera jornada de pesca a mosca. Incluso en este destino, por debajo de la presa de Cristinas, aun habiendo bastante sombra por toda la ribera del río, a partir de las 11:00h o incluso un poco antes el calor ya hace mella a estas alturas de la temporada.
Esta vez lo pesco sólo y por la tarde, intentando apurar las últimas horas del día hasta el sereno como había hecho en la anterior temporada, la que recordaba muy gratificante.
A pie de río me encontraba preparado con todo el equipo hacia las 18:45h, con 31ºC de temperatura en el ambiente, dispuesto a sondear las distintas posturas que ofrece este tramo y que alberga bonitas truchas y algún que otro barbo que suelen verse

habitualmente. Me atavié ligero, wader pero sin chaleco y con el chest-pack, sacadera de aluminio, caña Redington 9’ #5 y cámara de fotos.
Antes de nada me asomé por encima del puente de piedra, para comprobar que dos amigas mías ya viejas conocidas, seguían por allí, y efectivamente por allí andaban, un par de grandes truchas cercanas al medio metro, que creo que hasta me saludaron. Lo que no sabrán estas ya estas dos!, esta vez ni me molesté, lo dejé para el final por aprovechar mejor el tiempo.
Bajé aguas abajo controlando los tiempos y las distancias en todo momento, con la idea de terminar pescando el tramo superior durante el sereno.
Comencé en una de chorreras pasadas algunas curvas del trazado del tramo, donde con ayuda de un tricóptero pronto consigo la primera de la tarde. Por encima de las corrientes y las tablas más paradas las cebadas delatan las truchas que bien situadas consiguen su comida. Un par de ellas más caen en la primera media hora, todo pinta bien y es entretenido. Las tallas no son nada del otro mundo, pero cuanto las clavas te plantan una bonita pelea.
Entre tanto y según voy remontando, un par de barbos me adelantan despavoridos al notarme tan cerca y todos nos sorprendemos, ¡menudas piezas!
El tricóptero funciona de maravilla, en casi cada postura hay truchas y todas son atraídas por la imitación, unas con menos fortuna que otras, algunas consiguen soltarse incluso. Había pasado la primera hora y 4 truchas habían caído a la sacadera, otras dos habían logrado soltarse antes.
A media que avanzaba y entrando en zonas de tablas algo más profundas, la actividad parecía que bajaba. Ya no se veían cebadas tan continúas, por lo que había que seleccionar bien el lance de la mosca. Esto duraría una media hora, pues delante de estas tablas profundas, se precipitaban unos chorros que se originaban en dos lenguas paralelas más someras y allí de lejos se veían que estaban dándose un festín. En el ambiente ya mucho insecto, efémeras, pardones, tricópteros y nubes de pequeños dípteros. Yo a lo mío, mi imitación hacía su trabajo y conseguía más capturas.
El sol se estaba escondiendo y la montaña y la vegetación ribereña dejaban pasar ya poca luz, empezaba a tener problemas para ver la mosca en la posada. Había que poner otra imitación con buena visibilidad. La elegida fue una Royal Coahman con alas en PLA blancas. Además de ser una mosca que flota muy bien, las alas te ofrecen una buena visibilidad y sirven de indicador de picada.
Además la mosca funciona casi siempre y aquí volvió a demostrar en estas aguas claras y sobre todo en las corrientes y tablas rápidas es muy atractora para las truchas. Ella solita fue capaz de engañar a otras 4 truchas mas para finalizar una media-jornada de las de recordar.
Terminé pescando en la tabla profunda donde me encontré a primera hora a mis dos grandes amigas. Pero no hubo manera de moverlas arriba por lo que pasado un buen rato de intentos fallidos desistí.
Salí del río a las 22:20 h con muy buenas sensaciones y aún les quedaba cuerda a los peces para rato. Pero había que llegar al coche, guardar equipo, comer y beber algo y regresar a casa a unos 220 km de distancia. Había vuelto a merecer la pena esta media jornada y las últimas horas del día en el Cabriel. La fecha, el agua y los peces estuvieron de mi parte, por lo que fue relativamente fácil. Además venía bien disfrutar un poquito de las capturas, pues la temporada no estaba siendo generosa.
Así pues, el río Cabriel, uno de esos destinos que no defraudan volvió a mostrar su mejor cara, el cual lo enmarco como un destino fantástico para la pesca de la trucha a mosca. Si además eliges bien la fecha evitando al chochín y los peces quieren comer en superficie, la diversión está asegurada.
© PescataMinuta 2015
Me alegro de la buena jornada Antonio, tienes mucha razón en lo de racionar las fuerzas en estas jornadas de calor. Muchas veces pasa que en una jornada larga empiezas a pescar con ganas y a última hora la fatiga hace que no pesques bien.
El río muy guapo, da la sensación de tiener mil y una posturas y con truchas muy sanas.
Saludos!
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Gracias Mario, si el Cabriel es realmente especial. Es muy agradable pescar en estos parajes y a veces está bien hasta hacerlo sólo, es bastante gratificante despejar completamente la mente. Saludos
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Necesito hablar contigo sobre el tema de Cristinas….¿Puedes contactar conmigo por facebook o a través de mi correo electronico?
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