Pisuerga 2015

En los días previos a esta salida, habíamos estado recabando información lo más precisa posible sobre el estado de los ríos de la zona. Gracias a varios amigos solidarios vía facebook pudimos hacernos una idea y planificar bien la salida. Al fin y al cabo, se trataba de una doble jornada a 400km de distancia con alojamiento incluido. Por lo que cualquier premisa era importante, algo que siempre hacemos cuando planificamos un largo viaje.

Otra cosa sería como se desarrollaría, pues siempre está en juego el azar y sobre todo el comportamiento de los peces y otros factores que suelen surgir sobre la marcha.

Teníamos el coto de Quintanaluengos por sorteo el sábado y puesto que teníamos fiesta en Madrid el viernes, el plan de la doble jornada nos encajaba perfectamente.

Y allá que fuimos, lanzados a recrearnos con las truchas palentinas que nos dejaron un buen sabor de boca en la temporada anterior. Si bien es cierto que en esta ocasión nos adelantábamos bastante respecto a nuestra anterior aventura. De ahí tanto cuidado con los detalles.

A la vista un fin de semana tranquilo aunque con temperaturas bastante moderadas que a priori nos hacía pensar que las truchas estarán muy perezosas en superficie. Por lo que la caja de ninfas tendría que tener mucho protagonismo y estar a mano en el chaleco.

Durante el viaje, con mi hermano Miguel Angel comenté como siempre cual será nuestra planificación y que nos podíamos encontrar. La primera jornada se basaría en pescar el AREC de Aguilar, sobre el que ya nos había puesto al día de cómo venía de agua el finde semana anterior Enrique Revuelta (Revuki), el sábado como indicaba estaba reservado para la «joyita de la corona» que tanto nos gustó el pasado año.

Ya en situación en Aguilar nos dedicamos a inspeccionar el tramo del cuérnago desde el límite inferior hasta el puente de la N-611, donde nos encontramos a un pescador que amablemente nos comentó como iba la cosa. Nos dijo que habían soltado agua de la presa el día anterior, de ahí tanto lodo y aguas batidas. Estaba con ahogada y de momento no había sacado nada, tan sólo un toque sin más, aunque al parecer hacía tan sólo dos días se clavaron más de una docena a seca según le acaban de contar.

Sus palabras nos reconfortaron ya que nos esperábamos el río más limpio y aunque era pronto, pensábamos que a media que avanzara el día, las aguas aclararían y las truchas se moverían arriba.

La mañana estaba fría, con más claros que nubes y con algunas rachas de viento algo incómodas a ratos. Nos metimos en el río, Miguel Angel con ninfa y yo con seca. En los primeros compases pude ver una cebada de una trucha pequeña pegada a la orilla y no me lo pensé, tras ella que estuve durante unos lances. Visto que no respondía al engaño, desistí y seguí avanzando buscando más oportunidades, pero poco más se movía arriba. Justo por encima del puente de la N-611 cambié a ninfa y probé entre las corrientes, tratando de llamar su atención en el fondo y de una forma inesperada cuando el bajo con la mosca habían llegado a dragar completamente una subió rápida a tomar la ninfa llegándola a pinchar.

Seguimos avanzando dejando atrás las zonas más lentas para meternos en chorros y pozos donde pensábamos podían esconderse. Poco después Miguel Angel clava una bonita pintona, prácticamente ya metidos en las primeras casas del pueblo.

Aquí el río se estrecha, conformando varias corrientes que tratamos de escudriñar. Unos metros más arriba consigo clavar 3 truchas en pocos minutos. Tocaba pues esmerarse en cada lance, tratando de activarlas y atraer su picada, pero llegamos al medio día sin más oportunidades. Balance algo pobre hasta el momento, pero había que descansar y reponer fuerzas con un buen almuerzo. Mientras lo hacíamos aprovechamos para plantearnos la tarde, retomando el AREC en otro tramo intermedio/alto pero fuera del cuérnago.

Una vez de vuelta en el río nos dispusimos separados pero a la vista, para tratar de buscarlas abarcando más espacio. Continuamos con ninfa pues no veíamos nada en superficie que nos indicara que cambiar a seca, ni una eclosión. Estuvimos recorriendo el río hasta la cabecera del tramo, sin mucho éxito, tan sólo otra pequeña trucha que logré clavar tapada en la sombra de los árboles.

Llegados a ese punto, viendo la dificultad de las capturas, decididos cambiar de escenario aprovechando que pasaríamos la noche en Cervera para tener más a mano el coto de Quintanaluengos a la mañana siguiente, subimos hasta Ligüerzana para pescar lo que quedaba de tarde en el LSM y ver si se nos daba mejor.

La bueno es la cercanía del tramo desde Aguilar, en apenas 15 minutos estábamos de nuevo a orillas del Pisuerga preparados para pescar esta zona, esperando que fuese mejor. Desde el puente, límite superior del coto de Quintanaluengos, avanzamos río arriba tratando de posicionarnos en busca de las pintonas, nada más pasar la primera curva del río, se nos acerca un pescador que viene de vuelta para preguntarnos. –Acabamos de empezar!– le decimos, el por su parte nos comenta que se va porque está muy difícil, -igual a ninfa conseguís algo-, nos comenta.

Ya en el lío y con el sol inclinándose sobre el horizonte, vemos un par de cebadas, a las que nos logramos engañar a seca, por lo que volvemos a nuestras ninfas y las buscamos abajo. Tras un buen rato intentando tocar pez, tengo dos o tres toques de una truchita, que veo incluso como sigue al perdigón. Después de varios intentos en las mismas corrientes, no logro engañar a ninguna. Ambos remontamos 200 metros más río arriba y concluimos la jornada hacia las 20:30h con claramente peores sensaciones y resultados que durante la mañana.

Entre el madrugón, viaje y los palos al agua estábamos agotados, por lo que llegamos al hotel para cenar y descansar, con la ilusión de que el sábado en el coto de Quintanaluengos se presentaba un ligero ascenso de las temperaturas y menos viento, lo que nos animaba a pensar que sería «nuestra jornada».

El día amaneció despejado y sin viento, llegamos a Quintanaluengos y tras los trámites de rigor con la Guardería, encuesta incluida, nos dispusimos a pescar a la altura del refugio de pescadores, que por lo que recordábamos el año pasado se nos dio bastante bien.

Pero también pintaba mal, más de lo mismo, el agua fría y ni un pez a la vista en superficie. Aún así lo intentamos, por mi lado nada de nada y Miguel Angel consigue que alguna truchita le suba a su mosca. Bueno algo es algo, paciencia… quedaba mucho día por delante.

A medida que pasaba la mañana e incluso con mejor temperatura ambiental, seguíamos sin ver ninguna actividad arriba, ni insectos que se manifestaran en alguna eclosión puntual. De forma selectiva procedíamos a pasear las ninfas por aquellos chorros y pozos que resultaban más propicio, pero sin suerte. Miguel consiguió clavar una con éxito por encima de unos fuertes chorros pasada la pasarela del pueblo y poco después yo pierdo una de un tamaño respetable cuando trataba de meterla en la sacadera. Después de aquí avanzamos hasta una gran tabla de aguas más paradas donde nuevamente probamos levantar alguna a seca, pues vimos alguna cebada aislada, pero todo quedó en eso.

La mañana se acababa y vimos que la situación no mejoraba, por lo que pensamos que lo mejor era desconectar un rato y aprovechar para comer en Salinas de Pisuerga. Una cerveza y una apetitosa hamburguesa nos esperaban apara animarnos la mañana, mientras conversamos sobre la situación de pesca -el coto es muy bueno, pero hay que pescarle más adelante, como el pasado año-, tratábamos de convencernos con esta conclusión.

Para la tarde, continuamos la pesca pero bajando un gran trecho río abajo donde habíamos visto algunas tablas con muy buena pinta. Por el camino nos encontramos con algún que otro pescador que probaba igualmente fortuna, pero por sus comentarios, la cosa iba igualmente bastante floja.

Afortunadamente en las pocas horas que nos quedaba para finalizar la pesca, ya que no queríamos apurar la jornada en exceso para regresar a una razonable a Madrid, pudimos capturar tres truchas más a ninfa. Terminamos así una jornada bastante insípida en cuanto a la actividad de los peces y número de capturas.

No era fue el resultado esperado en un escenario que nos las prometía felices a priori, pero al menos nos sirvió para confirmar que época de la temporada es la mejor para pescar este acotado a seca.

© PescataMinuta 2015

4 Comentarios Agrega el tuyo

  1. MarioGC dice:

    Hola Antonio, que pena que no hayáis podido disfrutar al 100% de esos días en el Pisuerga. Cuando haces un viaje tan largo y no se cumplen las expectativas da mucha rabia, nos pasó a nosotros en Cantabria este año… Pero bueno tocasteis truchas al menos y seguro que disfrutasteis de la montaña palentina,

    un saludo y buena pesca!

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    1. Así es, un fastidio, quizás nos precipitamos este año en la elección del sorteo.

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  2. Antonio, esa es la actitud, poniendo siempre toda la ilusión y expectativas sobre la llegada del evento… De que otra manera sino iba a ser posible afrontar una kilometrada así con ganas de disfrutar. Aunque a la postre pueda suponer un pequeño chasco (otras justo lo contrario), la vivencia del «previo», desde la planificación de la jornada hasta el propio viaje, son parte fundamental de la experiencia.

    Al menos el Pisuerga os dio alguna pequeña joya de su parte, que por lo que cuentas podría haber sido un bolo tranquilamente.

    Un saludo!
    David

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    1. Gracias David, tienes toda la razón. A veces las cosas se tuercen un poco, pero como dices no debe faltar una actitud positiva para afrontar la siguiente aventura. Saludos

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