Coto de Gradefes, río Esla

Me había tocado un fin de semana caluroso de finales de junio, pues ya a las 9:00 h de la mañana incluso bajo la chopera junto al Puerto de las Monjas al principio del coto, se nota un tibio ambiente. Menos mal que es un río muy vadeable en muchas zonas y sus frías aguas compensan el calor intenso que propiciará un día soleado y sin apenas brisa de aire. Aunque este día el caudal del agua es fuerte y vadearlo será difícil y peligroso, en según qué zonas.

En esta zona dejo bajar unas ninfas entre la fuerte corriente pues no se ve actividad de los peces en superficie. Tras un rato probando distintas posturas cercanas al margen izquierdo del río, decido subir la tabla río arriba  por encima de azud de derivación de aguas para el riego que se construyó en los últimos años.  Mientras que avanzo por el pequeño embalse que ha dejado dicha construcción en el río, puedo observar muchas truchas cerca de la orilla y algunas de tamaño gigantesco. Según las indicaciones de los carteles a unos 50 metros antes y después del azud, no se puede pescar y teóricamente a partir de dichas indicaciones río arriba si lo es, pero puede peligrar la captura incluso la vida del pescador, debido al gran desnivel que se produce en estas orillas que están sujetas con grandes bloques de piedras conformando la balsa de agua. La verdad he de confesar que me quedé un rato mirando estupefacto varios ejemplares que tenían pinta de sobrepasar los 5Kg, eso sí muy asustadizos nada más notar mi presencia y la sobra de mi silueta al tocar el agua.

A partir de ahí desde otros pilares parecidos al puerto de las monjas, el río vuelve a recobrar su aspecto tradicional, donde sus aguas se entremezclan con abundantes ocas en flor y orillas arboladas que dan cobijo  a los peces. Son precisamente éstas orillas las que más actividad están presentando, que sin ser muy continua, se observan cebadas de vez en cuando.

En este otro puerto algunos troncos de árboles han quedado trabados y sujetos entre los propios pilares, manteniendo el agua y haciendo de esta tabla una zona idónea para pescar. Es aquí donde hago unos lances con un montaje en tándem de ahogada y tricóptero a pez visto en función de las cebadas que voy detectando. Pero no consigo que sientan atracción por las imitaciones de mi bajo, después de un largo rato intentándolo. Las cebadas continúan pero no consigo en ningún caso engañar a las truchas, están comiendo alguna pequeña efémera de tonos grisáceos u oliva y llego a cambiar de imitaciones en dos ocasiones. Por fin en un pequeño remolino una trucha atraída por un tricóptero de CDC dun es capturada con éxito, pequeña 22cm pero muy vigorosa.

A medida que voy avanzando hacia la cabecera del coto alguna poza profunda se ve donde sigo intentándolo, donde llegada la curva que hace el río a la altura de San Cipriano las cebadas de las truchas son mucho más continuas, quizás porque son las horas del día y el calor ablanda las aguas y activa las eclosiones. La cuestión es que en pocos minutos consigo clavar otras dos truchas más, similares de tamaño a la primera.

De vez en cuando se observa como alguna gran trucha pasa cerca de mi posición navegando aguas arriba, pero que a mi altura con cualquier mínimo movimiento que hago para tentarlas huyen a toda velocidad. Me pregunto ¿qué hubiera pasado de haber clavado una trucha de tal talla con un terminal del Ø12?, seguramente hubiera roto.

Por momentos y durante este periodo que llegó a durar una hora y cuarto aproximadamente, me impacienté en capturar alguna más, pero sólo conseguía ser rechazado una y otra vez, hasta que definitivamente la actividad paró por completo. Es como si ese día las truchas fuesen extremadamente selectivas, bien por la imitación o la presentación, aunque tan cuidadoso como en otras ocasiones que me han dado mucho éxito. Fuese lo que fuese, perdí mi oportunidad de capturar alguna trucha más en ese rato.

Por la tarde y tras un merecido descanso, por el agobiante sol que quemaba por momentos, subí hasta el tramo superior cerca de la isla de Villanofar, pero no había actividad en superficie. Hice algunos lances con ninfas, pero sin éxito, así que regresé al coche para prepararme para la vuelta.

Como conclusión diré que es un magnífico río con una alta población de truchas y muchas de ellas son grandes, otra cosa es dar con el día o momento de pesca preciso. Para mi gusto mucha agua, quizás y por lo que he leído de otros aficionados hay que esperar a que finalice la época de riegos (septiembre) para encontrarse la masa de agua ideal para pescarlo. Respecto a la dificultad, se puede achacar a que no conocía el coto y cuales era las moscas más eficaces para su pesca. No obstante no me puedo quejar, a pesar de parecer que iba a tener un «Sr. bolo”. Entiendo que pueden ser truchas selectivas en función del caudal del agua y la temperatura de la misma en función de cómo baje el río, pero esta circunstancia puede ser lo más interesante y enigmático del propio coto.

Texto y fotos: PescataMinuta

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