Otra vez por tierras y ríos asturianos en busca y captura del esquivo reo.
Esta vez, Miguel y Santi se apuntaron a la aventura, contando con la colaboración de Darío, gracias al cual como buen conocedor de la zona y de esta especie, pudimos recorrer buenos tramos del Narcea y del Sella.
Comenzamos el viernes hacia las 8:30 de la tarde, con la idea de hacer el sereno en el Narcea según las indicaciones de Darío. El ya nos esperaba un poco antes y conociendo el tramo que íbamos a pescar con antelación, nos fue ubicando en el río para buscar las mejores posturas de pesca.
De entrada el entorno en calma y algunas cebadas se estaban produciendo de truchas, pero también se observaban como es típico en estos ríos muchos mújoles remontando el río por todas partes.
Llevábamos poco más de una hora cuando comenzaron las múltiples eclosiones de dípteros y efémeras. Fue entonces cuando la actividad se desató, muchísimas cebadas de truchas por todo el río. Santi llegó a notar un par de clavadas pero sin éxito y Miguel llegó a clavar también, pero también se escaparon. A los pocos minutos y siguiendo una de las cebadas anteriores de un reo, logré clavarle con una Red Quill. Había poca luz porque ya eran las 21:50h, pero pude comprobar nítidamente como el reo tomó la mosca, la clavada fue perfecta.
Estuvimos hasta las 10:35h en el río, pero ya la actividad había bajado. Por lo que dejamos por finalizada la jornada.
Al día siguiente acudimos temprano al mismo tramo, aunque esta vez la intención era recorrerlo mejor. Pero la mañana no fue igual, las cebadas contadas, y no se veía en general ninguna actividad. Aun así persistimos durante buena parte de la misma, recorriendo otras zonas del tramo. Miguel, Santi y Darío tuvieron a los reos a pez visto durante un buen rato, pero no querían comer. Volviendo al punto de partida inicial, conseguí capturar otro reo con un tricóptero.
El plan era después de comer hacer la tarde en el Sella y pasar allí el sereno, por lo que nos desplazamos para comer por los alrededores. Muy bien por cierto!
El descenso en piraguas cesó, por lo que hacia las 19:00 decidimos que era el momento de probar fortuna.
Nada más empezar en unos fuertes rápidos Darío clavó un reo con ninfa pescada a la polaca, lo cual nos animó bastante. Nos situamos en una curva pronunciada del río donde se observaba cierta actividad y que parecía ideal para pescar reos. Darío se separó aguas más arriba, llegando a clavar varios reos más y alguna trucha. En cambio nosotros, lo más cerca que estuvimos fue una clavada mía que me rompió el tippet en unos rápidos aguas abajo.
Concluimos la jornada, con menor fortuna que el día anterior, pero con la ilusión intacta, ya que estaba claro que peces había de sobra, otra cosa era la técnica y que en eso Darío nos llevaba ventaja.
El domingo hicimos también la mañana en el Sella, ya que habíamos dormido cerca y teníamos intención de salir antes de comer, por lo que buscamos la comodidad.
No madrugamos mucho, pues el cansancio era evidente y el desayuno del hotel todo un lujo que no nos podíamos saltar. Cuando llegamos al río, Darío ya estaba allí y acaba de clavar un reo tras divertirse con los mújoles a ninfa. Nos separamos y cogimos distintas posturas y probamos con ninfas bien lastradas, según consejo de Darío. Pero pasamos la mañana sin más hasta que hacia el medio día alguna cebada se veía en los remansos profundos. Cambiamos a seca, pero nada, no tuvimos suerte.
Tocaba regresar y tras despedirnos de Darío, poco después recogimos equipos y encaramos la ruta de regreso para comer por el camino.
Había sido un largo fin de semana dedicado integramente a la pesca, experiencia inolvidable que compartimos con todos los aficionados y que esperamos repetir pronto.
Como conclusión diré que el reo asturiano es toda una experiencia. El entorno maravilloso de toda la región, la dificultad de su pesca que te pone siempre a prueba, sobre todo psíquicamente, hace que el desafío sea máximo como para volver a intentarlo cada año.
Texto y fotos: PescataMinuta