El Chorrón, ¿Qué está pasando?

Ójala me equivoque, pero este mítico coto ya no es lo que era. En estos últimos tres años, especialmente, estoy viendo como va disminuyendo su actividad notablemente. Y no es que no tenga truchas, pues las tiene y grandes como antes, pero ahora te encuentras más días malos que buenos. Días en los que cuesta levantar un sólo pez a seca, días en los que no hay apenas señales de actividad en superficie en las horas claves, horas claves de eclosiones míticas, intensas y varias. Días en los que puedes vadear perfectamente y días en que es un mar abierto por su caudal y en caída libre.

Además, la vegetación subacuática cada vez es más abundante, tapizando por completo tablas que antes eran idóneas para ver a las truchas puestas y tentarlas a seca. Es cierto que en la última década ha sido uno de los escenarios españoles más demandados y pescados, por lo que siendo así, muchas truchas devueltas al agua han aprendido la lección, pero como creo que los peces son torpes y la memoria les dura poco, está claro que hay otros factores que han afectado a la calidad de la acción de pesca, los cambiantes niveles de caudal tan vertiginosos quizás sean en gran parte el problema fundamental, pero no soy técnico en materia piscícolnia, ni biológica, por lo que solo es una corazonada.

Con la ilusión que me caracteriza acudo a otra cita anual, en esta ocasión voy acompañado de mi hermano Miguel y nuestro buen amigo David Díaz @elreypescador.com. Ya habíamos tomado café con otros buenos amigos que estarían por Alba de Tormes probando suerte. Y aunque habíamos quedado para la noche y así contarnos durante la cena las suertes de ambos grupos, yo tenía en mi cabeza un mal presagio, sensaciones de que no iba ser una buena jornada en general, dados los resultados por estas mismas fechas la temporada pasada, así como las referencias recientes del río de algunos amigos.

Con todo, nos fuimos al coto y comenzamos a pescarlo desde practicamente desde el inicio del límite inferior. No dispusimos los tres en línea, yo aguas abajo, Miguel a continuación y David en cabecera.

No había moviemiento alguno ni cebas que delataran que las truchas estuvieran arriba dispuestas para comer y tras los primeros lances al agua, decidí salir del río para asomarme a la siguiente tabla, una tabla grande que siempre tiene presencia de truchas a la vista, pero que esta vez no daba muestras de nada y ademas estaba tapizada casi por completo.

Volví a mi postura anterior y les pregunté, pero ellos no habían tenido ninguna oportunidad de momento. Una hora más tarde, después de peinar todo ese tramo y cuando nos disponíamos a salir del río, David, que había estado echando a una trucha que se cebaba en la falda del chorro del molino, consigue clavarla y echarla a la sacadera. No era un gran trofeo, pero ya había salvado el bolo.

Salimos y subimos a la tablona superior, entrando por la margen izquierda para pescar las zonas centrales de la misma, donde no había tanta vegetación y se podía observar alguna sutil ceba a lo lejos.

Pronto vi que en medio de la tabla una gran trucha se cebaba de manera continuada. Me dispuse a acercarme para tenerla al lance aun con el agua en el mismo borde del vadeador. No veía bien que estaba comiendo, pero era algo ahogado y diminuto, porque a simple vista no se apreciaba. Observé algunas pequeñas efémeras grises en spent bajando por el río y busqué en la caja alguna imitación similar en emergente.

En los primeros lances la trucha hizo algún amago de tomar la mosca, pero la rechazó en últimas instancias. Probé distintos montajes, estadios y tonos, pero no logré engañarla. Estuve con ella una media hora, pero al final terminó desplazándose hacia la orilla contraria perdiéndola de vista.

Miguel y David, por su parte, estuvieron cerca trantando de tentar a algunas otras que pudieron ver, pero sin éxito. Las cebas eran erráticas y discontínuas, no repetían y tampoco eran muchas. Pasados otros 20 minutos decidimos salir del río para almorzar.

Había pasado la mañana y apenas habíamos visto una cantidad de peces en buena actividad. Hace pocos años, había una fiesta a eso de las 12:30 -13:00 que duraba 1 hora o hora y media. Era una referencia.

Después de comer y contarnos nuestras penas, regresamos al río, y volvimos al tramo inferior del coto, donde empezamos por la mañana. En media hora, hacia las 17:00h siempre se sucedía alguna que otra eclosión que duraban tiempo y que eran determinantes para que los peces de activaran.

Dispuestos como por la mañana, en fila india y en el mismo orden, nos metimos en las mismas corrientes de la tabla, aguardando a ver alguna señal. Pronto Miguel ve una trucha comer arriba debajo de las ramas de los árboles, en la sombra y en las corrientes más rápidas. Consigue clavarla y llevarla a la sacadera. David, grita al fondo una fallada a los pocos minutos y comenta que ha visto a otras que están subiendo en la misma zona.

Yo de momento no había visto nada, y empecé a plantearme subir aguas arriba por encima de ellos a ver si por allí había más suerte, pero mira por donde una buena trucha asoma el morro pegada a la orilla bajo las ramas, por lo que decido quedarme en la postura. Lanzo la mosca a su posición y al segundo lance consigo que la tome franca y rápidamente. Me da una buena pelea y aquí no es fácil, pues su instinto les hace defenderse entre las algas, por lo que hay que forzar la resistencia de los hilos y traerla hacia la sacadera lo antes posible. Lo consigo y una primera gran trucha de unos 40 cm queda inmortalizada en mi cámara.

Las cebas se van sucediendo y con ellas las truchas empiezan a tomar nuestras moscas. Miguel consigue una trucha más en la misma postura y David sin moverse, consigue revolcar a otra.

A medida que la tarde va avanzando las ocasiones se dieron más seguidas y a eso de las 19:00h, cuando las sombras de los chopos cubrían la tabla, sería el momento de mayor actividad. En cuestión de una hora y media conseguí 6 truchas seguidas, sin apenas dar tiempo a secar la mosca. Un par de ellas perdidas y otras dos últimas que tardaron más en asomar. Salvo la primera, el resto fueron medianas de entre 25-28 cm.

A partir de las 19:30h, se paró por completo la actividad. Aguantamos hasta las 20:00h en el río, algo entumecidos, pero viendo que ya no había señales, decidimos dar por concluida la jornada.

Durante la cena, en Alba de Tormes, nos juntamos con los colegas que habían pescado su acotado, comprobando que habíamos tenido mucha más suerte que ellos, pues hubo varios bolos y tan sólo un par de truchas entre 4 pescadores.

Como decía en el título ¿algo está pasando? esto antes era más estable durante la jornada, estas puntas de actividad se repartían más durante el día y ahora costaba encontrar algún momento dulce. En cualquier caso, esta vez, y aunque las suerte se repartió exponencialmente, nos pudimos dar con un canto en los dientes, pero me temo que la historia se repetirá, sino será aun más dicífil.

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