Desatendiendo a la razón, que nos decía que teníamos que retrasar el arranque de temporada, por un pronóstico del tiempo cargado de lluvias en el escenario escogido con antelación de Castilla-La Mancha, el ansia de pescar después del correspondiente parón invernal se anteponía a todo y nos convencía de que había que comenzar la temporada de salmónidos sí o sí, aunque fuese cambiando de coordenadas.

Tras analizar las posibilidades de la zona centro a fondo, finalmente y con muchas dudas, decidimos pescar el EDS del río Cega en Segovia, pues a priori la climatología iba a ser mas respetuosa. Lo teníamos pensado para más adentrada la temporada, pero su cercanía nos parecía una de las mejores opciones como punto de partida de 2015. Sabíamos con antelación que nos esperaban aguas muy frías y torrenciales, pero como decía antes, había en nuestro espíritu cierta convicción de que a pesar de todo lograríamos pescar alguna trucha. Menudo mono!

Según nos acercábamos a Guadarrama se podían divisar en las cumbres bastantes zonas con nieve y con un cielo nublado, presagiamos que la mañana iba a ser «fresquita».

Ya en el río confirmamos nuestras sospechas, ambiente frío y húmedo y agua gélida, así como mucho caudal y chorros muy batidos. Con este panorama, nos planteamos ser selectivos y pescar sólo aquellas posturas donde pudieran esconderse las truchas protegidas entre los huecos de las rocas de las pozas, evitando los fuertes chorros de algunos tramos durante el remonte del río.

Y así comenzamos a escudriñar, los recovecos del río desde el límite inferior, en busca de sus bonitas y finas truchas. Durante las dos primeras horas no conseguimos notar un simple toque en los perdigones. Le preguntaba de vez en cuando a Miguel, el cual me acompañaba distante a unos 80-100 m., y por su parte más de lo mismo.

Una vez vadeado el límite inferior hasta el molino, no obtuvimos ninguna captura ni nada que se le acercara, no había manera de moverlas, agua muy fría,… fuerte corriente…, se nos precipitaban las primeras reflexiones negativas. Comimos algo y procurando no desanimarnos continuamos con la tarea.

Remontando río arriba, pasado el molino a unos 50 m. en una de las primeras tablas más profundas, consigo clavar la primera truchita. El perdigón iridiscente verde consiguió engañar a la primera. Ya habíamos librado el bolo, eran casi las 12:00 y la cosa se estaba poniendo difícil.

Poco después 150 metros más adelante en otro pozo lanzo la ninfa al chorro que vertía en el mismo y clavo la segunda. Esta vez de una talla más decente y muy bonita también. Pero tanteando el mismo pozo en la orilla opuesta, consigo una tercera pintona, unos minutos después.

Era la hora de comer y se estaba oscureciendo el cielo, las nubes anunciaban lluvia inminente. Tocaba hacer un descanso y reponer fuerzas. Esta vez por su cercanía, bajamos al pueblo en busca de un restaurante donde degustar algo rico y tomarnos una merecida cerveza.

Después del café, regresamos a donde lo dejamos. Había dejado de llover y volvían los claros, lo que permitía con el sol alto que subiera la temperatura y las truchas pudieran ver mejor los brillos de los perdigones.

A partir de aquí la cosa fue un poco mejor, Miguel logró sacar pronto otras tres truchitas más, en distintas pozas según subíamos aguas arriba. Otra más se le llegó a escapar antes de meterla en la sacadera y es que son pequeñas y muy saltarinas.

Un par de ellas más cayeron por mi lado antes de dar por concluida la jornada. Al final de la misma un balance de 8 peces lograron maquillar este inicio de nuestra temporada de salmónidos.

Podemos decir que no estuvo mal del todo tal y como pintaba la mañana y las aguas tan frías y torrenciales que nos encontramos. Si hay que decir algo positivo es la buena salud y belleza de sus truchas, pero es un río que para sacarle buen partido es mejor de mediados de mayo en adelante, donde te diviertes muchísimo pescando con seca.

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