Nos reencontramos una temporada más con un escenario clásico en nuestras citas de pesca por tierras manchegas. Este río ofrece buenos escenarios en todo su recorrido para la pesca de la trucha y
siempre nos ha deparado interesantes jornadas, lo que en parte nos obliga a acudir cada temporada, además de por su cercanía geográfica con la capital.
Días primaverales con buen tiempo habían precedido a esta salida, por lo que esperábamos un caudal estable y numerosas eclosiones que mantuvieran activas a las truchas. Aunque los primeros lances
de la mañana los comenzáramos a tantear a ninfa, por las bajas temperaturas de la mañana.
Las capturas no se hicieron esperar y la primera entró en corrientes someras oculta entre las ocas. Circunstancia que repetiría en varios lances de la mañana.
Pronto los molestos mosquitos hicieron acto de presencia y a pesar de los repelentes que nos habíamos echado, no había forma de librarse de ellos. Algo que nos incomodó mucho durante toda la jornada.
A medida que el día se abría y el calor aumentaba, se dejaban ver alguna cebada aislada en las tablas mas mansas del tramo. Durante nuestro avance nos encontramos con un par de pescadores que nos comentaron que habían clavado dos truchas pescando al agua y con seca precisamente en esas tablas.
Era el momento de cambiar la táctica y tentar a las truchas en superficie. Al menos las ninfas no habían asegurado ya las capturas principales, por lo que tocaba recrearse.
Aquí las truchas fueron más selectivas, subiendo ocasionalmente a tomar la mosca, tanto efémeras oliva y amarillas en aguas más paradas, como tricópteros de pelo de ciervo en tonos rojizos en aguas más rápidas. Pero aún así disfrutamos de algunas capturas
francas muy interesantes.
En resumen pudimos recorrer algo más de dos kilómetros del río, con distintas posturas tanto a ninfa como a seca, disfrutando ampliamente en ambos casos.
Texto y fotos: PescataMinuta