La Angostura, truchas de alta montaña

Pescar truchas de alta montaña siempre es una bonita aventura, ya que presumiblemente el entorno del escenario elegido reúne toda la belleza natural y paisajística que cualquier pescador puede soñar. Además por lo general estos rincones de flora y fauna autóctona ofrecen al pescador grandes retos que le ponen a prueba física y psicológicamente en muchas ocasiones.

El arroyo de La Angostura que discurre por las faldas del Parque Natural de Peñalara en la Sierra de Madrid, ha sido el enclave elegido para nuestra jornada de este fin de semana.

Dicho arroyo nace de la confluencia de los arroyos de Guarramillas y de las Cerradillas, que junto a la incorporación de las aguas del arroyo procedente de la Laguna Grande de Peñalara, conforman el arroyo de La Angostura y que cambiará de nombre a unos 4 km cuando recibe el agua de los arroyos del Aguilón y de la Umbría, cerca del monasterio de El Paular, llamándose a partir de ahí Río Lozoya.

Como su nombre indica este coto tradicional se ubica en un terreno bastante angosto, hasta llegar a un terreno más llano a partir de la presa de Pradillo. Sus aguas cristalinas en zonas someras facilitan al pescador una visión perfecta del lecho del río, pero también a las truchas lo que las hace ser más astutas y asustadizas. Tan sólo algunas pozas profundas les proporcionan cobijo.

La fuerte corriente del momento nos hizo plantear la jornada de pesca a ninfa, pero incluso eligiendo ninfas medianas o con cabeza de tungsteno para poder pescar lo más cerca del lecho del rio, buscando a las truchas que aguantan abajo a contracorriente.

Comenzamos hacia la mitad del coto bajando aguas abajo dirección a la presa de Pradillo, buscando pequeños remansos que se van sucediendo tras los interminables rápidos en sus aguas. Probando también en los propios rápidos, ya que ahí las truchas no distinguen tan fácilmente el engaño. Casi cuando se había cumplido la primera hora, llegó la primera captura con una pequeña ninfa olive CD, con la que conseguí engañar a una pequeña pero bonita trucha fario de montaña. Posteriormente observamos que en la misma poza había al menos un par de truchas más que se dejaron ver persiguiendo a la mosca.

Seguimos avanzando descendiendo por el curso del río, que nos ofrecía infinidad de pozas, rápidos y remansos donde probar suerte.

Llegamos al tramo final del coto, donde ligeramente escondidos entre la vegetación pudimos clavar varias truchas más, la mayoría de ellas se nos escapaban antes de ser capturadas. Todas eran pequeñas, 15-18cm aproximadamente, pero luchaban mucho y el momento de la picada parecían mucho mayores.

Para terminar la jornada, remontamos el coto aguas arriba, dando una pasada en pozas de primera hora, fue entonces quizás por la temperatura y las eclosiones de insectos, que las truchas tenían más actividad, por lo que concluimos con algunas interesantes capturas más.

En el río se podían ver en las horas centrales del día, muchos pequeños dípteros, subimagos, etc. También en el lecho del río se observaban bastantes canutillos de plecópteros y stonefly como la que sostiene Miguel en la foto, aunque tenemos dudas de si no se trata de un Heptagénidos Epeorus por el aspecto. Sea como fuere, quizás la elección de imitaciones de stonefly y ninfas de dánica tuvieron su lógica.

Como conclusión, un coto y entorno muy recomendable en mayo, aunque seguramente también en el final de temporada.

Texto y fotos: PescataMinuta

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