Este año el río presenta un aspecto magnífico de caudal respecto a la temporada pasada, aunque la jornada no lo es. La amenaza de lluvia y tormentas en un mes de mayo que está siendo desesperante para los aficionados, tiene pinta de fastidiarnos esta nueva
aventura.
Con todo ello, hay que aprovechar los minutos que nos deje practicar la pesca y ver cómo están de salud las truchas del río Dulce.
Sus aguas claras permiten observar perfectamente las truchas incluso en el fondo, en aquellas tablas paradas, se dejan ver en distintas posturas bastantes truchas por todo el curso, pero todas están pegadas al fondo del río y otras se esconden entre la vegetación del mismo.
Mi intención es pescar sólo la mañana, ya que al medio día dan tormenta y bajas temperaturas, por lo que me dispongo a pescar el comienzo del acotado hasta el pueblo.
Empiezo con un perdigón iridiscente que me había dado muy buenos resultados en jornadas anteriores y con el que puedo confirmar que es tremendamente efectivo, ya que en un espacio de 5 minutos y con los primeros lances, consigo clavar 3 bonitas truchitas que no se resisten a picar.
En algunas posturas, tengo que esconderme entre la vegetación o con los troncos de los árboles, para que no se alerten las truchas, pues me ven perfectamente y algunas huyen a esconderse rápidamente.
Cuando llevo 45 minutos pescando, comienza a llover copiosamente, por lo que hago un pequeño descanso y me refugio en el coche, haciendo tiempo de que amaine.
Sigo avanzando por las orillas del río, disfrutando en cada lance, con alguna ocasión también fallida, de alguna truchita demasiado pequeña, que no se clava bien en el anzuelo. Las capturas se van alternando, con algún ejemplar mediano y otras muchas pequeñas, que atacan a la mosca al poco de discurrir por el fondo.
A eso de las 12:00h se empiezan a ver eclosiones de tricóptero y efémeras, quizás Rhodani y otras más pequeñas, que atraen a alguna trucha y se dejan ver comer en la superficie.
Cambio la ninfa para montar en el terminal un tricóptero de pluma de GDL en tonos rojizos, que me funcionó bien otras veces, para tratar de hacerlas subir arriba. Pero tan sólo observo rechazos en el último instante. Por lo que esta vez cambio la tonalidad a un grisáceo tirando a oliva. A los pocos lances consigo que suba la primera y esta vez sí, la
trucha no se lo piensa y consigo clavar la primera en superficie. Pocos minutos después más en una preciosa tabla de entre la vegetación, un par de truchas más son atraídas por el tricóptero.
No daba para más llevaba unos minutos chispeando, tenía mucho frío y comenzaba a granizar, tocaba volver a casa.
Aquí quedará para el recuerdo una nueva aventura de pesca a mosca en el río Dulce, que parece que este año sí ha recuperado buena parte de su esplendor, con abundantes y bonitas truchas. Con algo de suerte intentaré acudir una vez más dentro de la temporada, pero asegurándome que la climatología acompañe.
Texto y fotos: PescataMinuta