Salmones y reos asturianos

La temporada salmonera está a punto de concluir y tras varias intentonas en lo que va de temporada, dos de ellas en Asturias y otras dos en Galicia, el rey del río ha resistido la tentación de picar a alguna de las moscas que le he ido presentando esta temporada.

Mientras, al menos durante el mes de junio, si he podido ver buenas cebas de hermosos reos tanto en el río Eo como en el Narcea. No era lo que buscaba en esas ocasiones y hay quedaron, como meras y pequeñas anécdotas que no trascenderán en el relato. Quizás la única y más llamativa fue avistar desde la pasarela del límite inferior del Coto de Estreitos un hermoso reo de un par de kilos que merodeaba tranquilamente por las aguas más profundas del pozo.

Y llegó el último día con coto compartido con mi buen amigo Darío Sastre, un gran pescador, especialmente de reos, al que no se pudo unir nuestro otro gran amigo Pablo Robles por razones laborales.

Es mediados de julio y por delante un gran día para disfrutar en compañía de lo que más me gusta, la pesca con mosca. Como siempre, a las 7:00h desayunamos en el Bar El Casino en Cornellana. Grato momento después de una larga temporada sin vernos, donde aprovechamos para ponernos al día, plantear la jornada y comentar otras cuestiones personales. Darío es un experto pescador y como indicaba al principio, se le dan de maravilla los reos pescándolos al rececho.

A pie de río, hay bruma matinal que impide ver un previsible cielo azul por encima, pero es cuestión de esperar un rato para que el día abra completamente. Nos cambiamos, mientras conversamos con otros pescadores de Salamanca que tienen el tramo contiguo al nuestro. Ya dispuestos, nos deseamos suerte y nos ponemos a plantear la estrategia inicial de pesca. Darío, conocedor del coto, decide bajar aguas abajo hasta una zona que recuerda se le ha dado bien otras veces y yo lo hago subiendo aguas arriba de la pasarela hasta el primer pozo de la cabecera del coto.

Allí me coloqué como pude a la falda de una gran tabla somera, finalizando las corrientes que desembocan en un pozo estrecho con la idea de lanzar de izquierdas y hacer alguna corrección en la línea para salvar unas ramas hundidas. El pozo no era excesivamente profundo, pero justo debajo de esos troncos y en la margen derecha se apreciaba una cavidad con muy buena pinta. Sería la quinta vez que dejé bajar la mosca por la misma, esta incluso más pegada a la orilla contraria y cuando estaba terminando la deriva y empezando a recoger haciendo stripping una fuerte tirón sacudió el extremo de la línea. Medio segundo más tarde levanté fuertemente el puntal con la intención instintiva de clavarlo bien y comenzó una dura pelea con un espectacular salmón macho que me lo puso muy difícil. Ya bien prendido, pero una arrancada corriente arriba a toda velocidad, consiguiendo poner a prueba el equipo al completo. Tenía que sujetarle como fuera para evitar que se metiera entre las ramas hundidas de la cabecera, que era a donde se dirigía. Ahí, en el límite le logré sujetar y aguantar unos minutos. Para luego realizar un descuelgue a la falda del pozo y hacia lo más ancho del mismo, logrando sacar buena parte de la línea del carrete. Subiendo y bajando por el pozo era difícil aguantar las embestidas sin caerse, y es que ya se sabe cuánto resbalan las piedras del fondo del Narcea. Cuando logré llevarlo a aguas más blandas, saqué el móvil del vader y llamé a Darío para decírselo, pensando que si estaba cerca de mi ubicación, me podría echar una mano, ya que estaba machacado y el salmón no cedía. Rápidamente le conté «Darío, tengo un salmón, tengo un salmón». Pero el estaba muy abajo, y alegrándose por mí, me dio ánimo para sacarlo. Así que con mano firme y poco a poco fui llevándole hacia mi orilla al llerao para tratar de acercarlo y poder cogerlo. Una vez allí, con la punta de la caña doblada, pude poner el pez en posición y cogerlo por la cola. Lo logré! exclamé exhausto y arrodillado en el agua pude contemplar al majestuoso pez. Se trataba de un macho de unos 7,5kg que llevaría un par de meses en el río. Le quité la mosca, le hice unas fotos y rápidamente le devolví a su medio. Que pese a una pelea de 15 minutos intensos, se metió en el pozo en dos coletazos.

Un minuto más tarde me estaba llamando Darío para preguntarme por la suerte que había corrido, le dije que lo saqué y él me contó que acabada de sacar un buen reo.

Fue increíble, eran las 8:45h de la mañana ya teníamos dos hermosos peces capturados. El momento es tan abrumador que piensas por un instante «para que seguir pescando si ya está uno satisfecho». Supongo que son esos momentos de plenitud que te invaden cuando algo sale bien.

Aun con la miel en los labios, tras un largo paréntesis de avituallamiento y para cambiar el bajo y revisar la mosca, me levanté para seguir pescando con toda una larga jornada por delante.

Terminé de pescar esas aguas de final del pozo y poco a poco fui bajando lentamente toda la varada hasta donde la mosca podría funcionar. Era momento de bajar aguas abajo pescar el siguiente pozo. Éste más grande y ancho en la parte más profunda, presentaba un remolino de aguas en la junta de dos corrientes que hacía que la línea no se estirase fácilmente cuando pasaba por allí. Había que tantearlo no obstante, pero no era sencillo salvar esas aguas, las corrientes arrastraban con fuerza la línea y ésta se movía circular. Pesqué durante un buen rato el pozo de derechas y otro más largo de izquierdas, cruzando a la otra orilla por encima de la cabecera del pozo. Desde aquí la línea se estiraba más, aunque no se conseguía peinar todo el pozo sin meterse en el remolino.

Esta vez no hubo suerte y no noté ninguna picada, o no había ningún pez en el pozo o las moscas no fueron lo suficientemente atractivas para que la tomaran.

Dejé este pozo, salí a la orilla y por la senda del río bajé aguas abajo para localizar a Darío. El cual estaba subiendo y le localicé al final de una tabla en la otra orilla, agachado como acostumbra, cuando tiene localizado un pez. Le saludé, le observé en acción de pesca durante unos minutos y como no, unos instantes después logra capturar otro reo bien hermoso. Para entonces llevaba cinco reos y se le habían soltado otros dos más.

El resto de la mañana trascurrió por mi lado sin novedad, intentándolo con determinación en el pozo más importante del coto. Quizás a priori y en las condiciones actuales de caudal el más adecuado para albergar algún salmón más. De hecho Darío me comentó que había visto un salmón bañarse en el medio del pozo. De ahí que insistiera bastante tiempo en el tratando de conseguir engañar a ese salmón detectado. Pero no lo conseguí y para colmo vi personalmente como en otra ocasión el salmón se volvió a bañar delante mía a unos 5 metros.

Tras varias moscas expuestas y configuraciones de la línea con tips hundidos, estaba claro que el salmón no estaba por la labor, por lo que coincidiendo con las 14:00h, era el momento de hacer un alto, beber una fresquita cerveza y probar bocado.

Durante el almuerzo y coincidiendo en el mismo restaurante con los pescadores que nos encontramos en el aparcamiento a primera hora, pudimos intercambiar resultados y opiniones. De su lado no habían visto reos, pocas cebas y alguna trucha, poca fortuna, del nuestro el balance era muy positivo.

El almuerzo fue largo, se estaba muy a gusto en la terraza y entre copa y café la pereza de apoderaba de nuestro cuerpo y alma, lo que retrasó la vuelta al río.
Una vez allí, repetimos el orden y ubicaciones de la mañana, yo comenzando en la cabecera del coto y Darío hacia la mitad del mismo en las tablas. Cada uno buscando sus peces con sus artes y habilidades, pero con el mismo propósito, seguir sumando capturas. La idea era encontrarnos a última hora y hacer incluso el sereno juntos.

Por mi lado escudriñé los dos primeros pozos a conciencia sin éxito, de vez en cuando algún reo subía a superficie y alguno era de buen porte. Pero ninguna picada ni ningún salmón bañarse. Así que bajé aguas abajo hasta el tercer pozo por donde andaba Darío casi camuflado entre la vegetación para conseguir engañar a los reos. Otros dos más había logrado y uno de esos de trofeo le desarmó en última instancia.

Me coloqué en posición para pescar el pozo donde por la mañana localizamos bañándose ese salmón y empecé a lanzar la mosca. Darío por su lado bajó coto abajo para ir subiendo por la orilla tratando de recechar a algún que otro reo. Llevaba más de media hora recorriendo con la mosca las distintas posturas del pozo cuando de nuevo un salmón se baña en la otra orilla en lo más profundo. Parecía más grande que el de la mañana, pero era difícil asegurarlo, fue muy rápido. Ya había cambiado un par de veces de mosca, por lo que opte por volver a hacerlo y también el tip a uno de hundimiento más rápido. Pero aunque volví a insistir un buen rato, el pez no quería y para colmo otro salmón más pequeño se baña en la falda del pozo.

Así pasé toda la tarde, probando lance tras lance y mosca tras mosca una y otra vez a ver había suerte. Ambos salmones se bañaban pero no tomaban la mosca. Pero no, llegó el sereno donde Darío ya llevaba tiempo sacando peces y no, no logré clavar ningún salmón más. Estaba agotado y desesperado después de tanto lance. Así que decidí plegar equipo de salmón y coger una caña de una mano para pescar a seca algún reo en la noche. La suerte no cambió, alguna trucha se dejaba engañar, pero los reos tampoco quisieron tomar las moscas. Así a las 22:30h decidimos dar por concluida la primera jornada y salir del río.

Mientras, en otro escenario del Narcea, Miguel Ángel y Santiago, que habían llegado esa misma tarde probaban suerte y habían decidido lo mismo con igual resultado. Era el momento de juntarnos todos y cenar juntos.

Ya en Cornellana tuvo lugar el reencuentro del grupo. Mientras cenamos nos contamos todos los detalles y preparamos el plan del día siguiente. Donde Darío, Miguel y Santi, continuarían con la pesca del reo en distintos escenarios y yo por mi lado continuaría con el salmón en algún pozo donde tuviera opciones de hacer algún lance, ya que eran los últimos días para pescar con muerte y previsiblemente todos los tramos libres y parciales estarían colapsados de pescadores.

Volvimos a coincidir para el desayuno, se palpaba la emoción del grupo, especialmente en Miguel y Santi, ya que no coincidimos muchas veces en la temporada y menos ello en Asturias con Darío. A partir de aquí, buscamos por ambas partes nuestra suerte, estaba echada.

Por mi lado, lo esperado, muchas vueltas con el coche en busca de alguna postura libre donde poder tirar la mosca en condiciones decentes. No había suerte, todo estaba pillado, parecía que habían pasado la noche durmiendo al pie de cada pozo. Era increíble. Tras varias intentonas, conseguí hacer unas varadas en el Nalón y al mediodía en el Narcea, pero no estaba tampoco ya el caudal en su punto. No soltaban agua y el caudal era pésimo.

Transcurrió la mañana y nos juntamos para la comida. Darío nos llevó a unos de esos rincones que el sólo conoce para degustar una buena carne a la parilla. Aquí el se despediría, pues tenía otros compromisos. Así que tocaba decidir qué hacer para la tarde, una vez hubiéramos repuesto fuerzas en la siesta.

Yo partí para el río a peinar algunas aguas que podrían estar libres y en condiciones, y en efecto me encontré sólo, pero con tan bajo caudal no estaban practicables. Ante tanta mala suerte, decidí recoger el equipo de salmón y preparar el de trucha y reo para probar suerte con ellos. Así que dispuesto me subí aguas arriba a una zona que conocía bastante bien para incluso hacer allí el sereno.

La tarde pintaba mal, una buena tormenta amenazaba por caer y terminó cayendo, lo que nos impidió pescar durante casi dos horas, permaneciendo metidos en los coches.
Una vez pasó , nos quedaba pocas horas de pesca que teníamos que aprovechar. Ya en el río, la brisa y algún relámpago lejano aún se dejaban notar, pero poco a poco el ambiente se fue normalizando. Los tres dispuestos en el río, pero con poca luz para localizar a los reos a pez visto, tendríamos que agudizar nuestra vista en busca de cebas que pudieran delatarlos. Pero esto no ocurría, salvo alguna truchilla que se mostraba de vez en cuando.

La noche se echaba encima y empezaron a verse grandes eclosiones de moscas de distintos tipos, los habitual. Pero como venía siendo también habitual en los últimos años, los reos no asomaban. Un par de ellos se habían visto de lejos en la orilla contraria, pero nada más.

Llegaron otros pescadores que se fueron colocando aguas arriba y abajo de nuestras posiciones y todos continuamos esperando ver a los peces cebarse.

Unos minutos después conseguir ver a uno subir franco a la superficie en el centro del río, como a unos cinco metros de distancia. Le insistí varias veces, pero no logré que subiera. Un poco más tarde logré clavar uno, pero pronto se soltaría, dejándome con la miel en los labios.

Era ya difícil ver las cebas en la profundidad de la tabla, la oscuridad y el poco contraste que había junto a la orilla contraria no permitía ver nada. Había que busca en la orilla más somera, algo de luz se notaba y permitía ver algunas cebas de los peces.

Había cambiado la mosca a un tricóptero pardo en un 20 que se veía bastante bien, pero de perderlo, no estaba dispuesto a volver a cambiar, sabía que en unos minutos dejaríamos todos de pescar, con todas las intentonas fallidas que acumulábamos. Pero esta vez en la falda de la corriente en el segundo lance un reo del que no tenía referencias y que no había tenido en cuenta, subió a por el tricóptero súbitamente y logré capturarlo. Mucha suerte, sin duda y quizás fue mi recompensa final a una jornada tan desastrosa con el salmón.

Al día siguiente y teniendo claro de antemano, que podría ser muy similar al día anterior para poder pescar en algún pozo decente, no madrugué. Mientras Miguel y Santi, volvían a intentar conseguir algún reo, yo insistí en un par de pozos, donde pude echar unas varadas, pero nuevamente sin éxito. Ese día salvo algunas truchas que consiguieron ellos, no hubo nada más destacable y al mediodía había que recoger pensando en el regreso a casa.

Lo vengo comentando de unos años para acá, los serenos del Narcea, ya no son lo que eran. Y no me refiero a la cantidad de eclosiones que se producen, sigue siendo un hervidero de mosquitos, no, me refiero a los pocos reos que hay en el río en estos últimos años. Pero si hablamos del salmón, yo no he llegado a tener una referencia real de peces en unos años atrás, tan sólo estadísticas que he leído, pero aún es más terrible la realidad actual con una ínfima entrada de peces cada temporada y menguando. Me he iniciado muy tarde en el salmón, cuando ya el problema era grave, por lo que lograr capturar uno en la temporada creo que suponer un gran logro.

Seguiré volviendo, con la esperanza de que entre todos y no sólo pescadores, consigamos revertir esta situación con urgencia o nuestros días de pesca en Asturias quedarán en el recuerdo. Mientras, cualquier iniciativa, ya sea desde la administración, sociedades de pescadores o de forma individual que ayude en este sentido la aplaudiré y me sumaré a la causa.

¡Por nuestros salmones y reos!

5 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Mario GC dice:

    Menudos tres días de pesca Antonio! Son peces muy complicados y leyéndote daba la sensación que en cualquier momento ibais a capturar un gran ejemplar como así fue. Me alegro sobretodo por ese salmón, una maravilla de animal.
    Enhorabuena!

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    1. Si Mario, siempre que nos juntamos la cuadrilla lo pasamos fenomenal, los peces quedan en un segundo plano, pero en esta ocasión fueron los protagonistas. Muchas gracias!

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  2. trout man dice:

    la primera vez que pesque el narcea no tenia presas y vaya que rio natural precioso en el año 64.Lo volvi a apescar en el 88 parte baja ,el nalon,pues tenia visita con el difunto Belarmino Martinez y quede negativamente sorprendido pues vaya riada que bajaba y pescando con agua a la cintura a 3 metros d ela orilla por poco no salgo pues ente la corriente y la pista de jabon NO podia dar marcha atras.Por mi zona,el deva cares .recuerdo cuando discutia con unos franceses en el 88,89,90 etc por la depredacion legal que hacian y aparte de ellos tenia dias de no ver a nadie y sobrame rio en los 12 kms que tenia libre.el bajon ahi ademas de ocurrir con las eclosiones tambien ha ocurrido con la entrda y tamaño de los reos y salmones.A salmon ya no pesco.Unos Inglese que conoci por la Moilinuca hace unos 20 años alucinaban de las normas antiproteccionistas de los reos y salmones al punto que lo publicaron en una revista Inglesa.En mi opinion lo unico que le queda a Asturias y ya no son su sombra son los 3 salmoneros.ttodos estos rios deberian tener el 80% de su aguas sm y el resto con cupos y tallas muyyy diferentes a las actuales.Muy intersante relato.saludos,Alberto,farioreo

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    1. Interesantes datos Alberto, no conocí la pesca en Asturias en esos años y he suponer que eran muy buenos tiempos. Ahora es otra realidad y cuesta entenderla. Gracias una vez más!

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